FORMAS CLÍNICAS Y LESIONES

BRUCELOSIS


Los síntomas clínicos de la Brucelosis porcina no difieren mucho de los de las brucelosis bovina y ovina, observándose, principalmente, en los machos orquitis y epididimitis de índole bilateral, aunque para algunos autores predominan las unilaterales.

En hembras, la sintomatología por excelencia es el aborto en cualquier fase de la gestación, pasando muchas veces desapercibido y desviándose la atención a otros procesos abortivos en porcino de mayor obsesión o moda, como son la parvovirosis, PRRS, leptospirosis, etc. En ocasiones, la gestación llega a término pero se observa elevada mortalidad perinatal, nacimientos débiles, repetición de celos e infertilidad. La presencia de mastitis puede dar lugar a la presentación de abscesos. Las claudicaciones con articulaciones inflamadas, bursitis y tendinitis pueden ocurrir en cerdos de todas edades, tendiendo a formarse abscesos.

BRUCELOSIS: aborto, fetos a término. ®

 


 

La lesión anatomopatológica macroscópica es una orquitis y epididimitis fibrinopurulenta donde, microscópicamente, se observa una lesión inflamatoria con presencia de focos de necrosis, pequeños granulomas, atrofia de epitelio seminal y esclerosis, y gran cantidad de polimorfonucleares, macrófagos e hiperplasia del tejido reticular.

¬ BRUCELOSIS: orquitis bilateral.


TUBERCULOSIS


TUBERCULOSIS: Tuberculosis articular. Caquexia y emaciación en un animal de 6 meses de edad.

 

Los síntomas clínicos de la tuberculosis porcina (por orden de importancia) son predominantemente respiratorios y articulares, con una menor incidencia de los digestivos.

Se trata de un proceso crónico, depauperante, caracterizado por caquexia progresiva hasta la emaciación y ausencia de anorexia. Existe un predominio de la sintomatología respiratoria, fácilmente confundible con multitud de procesos respiratorios habituales en el periodo de vida en el que los animales son más susceptibles (4-6 meses de edad), entre ellos la Bronconeumonía parasitaria por metaestróngilos, típica de extensivo y la neumonía enzoótica.


Esta patología se puede observar en animales en periodo de crecimiento y cebo desde los 4 hasta los 12-13 meses de vida. El periodo en el que la enfermedad es más grave oscila entre los 3-6 meses, y a medida que el animal avanza en edad, muchos animales quedan como portadores, disminuyendo, por lo tanto, el número de bajas por esta patología con la edad.

Es una patología de morbilidad media y baja mortalidad. La mayoría de las muertes son consecuencia del sacrificio de animales por mal aspecto, mala reposición, animales en los que fracasan los tratamientos antibióticos y animales con problemas articulares (ataxias y claudicaciones) que los incapacitan para su desarrollo y destino al medio ambiente en extensivo y acabado de cebo a montanera.

 

TUBERCULOSIS: Tuberculosis articular femorotibial.


La sintomatología respiratoria indica que la lesión principal se centra en el pulmón, donde se origina un complejo primario y una generalización precoz. El complejo primario detectado, en todos los casos es completo, e indica macroscópicamente lesión pulmonar y adenopatía satélite en ganglios traqueales y mediastínicos.


TUBERCULOSIS: Focos de necrosis en ganglio tráqueo-bronquial. Adenopatía satélite.

 

TUBERCULOSIS: Focos de necrosis en ganglio retrofaríngeo. Adenopatía.


La generalización precoz de la tuberculosis predomina, inicialmente, con lesión pulmonar (con preferencia de la forma clínica Miliar) y consiste en formaciones nodulares, de pequeño tamaño, localizadas de forma homogénea en los lóbulos dorsales de los diafragmáticos de disposición subpleural e intraparenquimatosa, por lo que, con elevada frecuencia, el punteado y la disposición difusa indican una difusión vía linfohematógena, localizándose en mayor medida en los pulmones (definiendo así una Tuberculosis Miliar en parénquima pulmonar, en hígado y también en otros órganos).

TUBERCULOSIS: tuberculosis miliar en pulmón. ®

 


TUBERCULOSIS: Tuberculosis miliar en bazo.

 

TUBERCULOSIS: Tuberculosis miliar en hígado y adenopatía.


 

También se pueden observar, al igual que en rumiantes, formas tuberculosas denominadas tuberculosis precoz y lenta, caracterizada por nódulos de distinto tamaño localizados, además de en pulmones, en hígado y otros órganos, indicando así diversas infecciones distribuidas en el tiempo.

Hasta aquí, hemos descrito una TUBERCULOSIS PRIMARIA con grandes similitudes a otras especies (bovino y caprino) y continuaremos con la descripción de la TUBERCULOSIS POSTPRIMARIA.

¬ TUBERCULOSIS: tuberculosis acinoso nodular, evolución a cavernosa. Periodo post-primario.


Se pueden encontrar formas clínicas de tuberculosis acinosonodulares en parénquima pulmonar, que evolucionan hasta llegar a lesiones cavernosas en zonas más craneoventrales de los lóbulos principales, observándose nódulos de diverso tamaño que confluyen hasta originar las citadas cavernas y, por consiguiente, una TUBERCULOSIS CAVERNOSA, estado más grave de las tuberculosis al existir rotura de estructuras parenquimatosas, formación de cavernas con material caseoso cargado de micobacterias y amplias zonas de necrosis, evolucionando así lo que al principio empezó como una tuberculosis proliferativa a exudativa y, por consiguiente, más contagiosa y epidemiológicamente más grave.

 

TUBERCULOSIS: Tuberculosis cavernosa en pulmón. Periodo post-primario.


MAL ROJO


Esta patología de curso enzoótico con brotes epizoóticos afecta a porcinos de todas edades y presenta una sintomatología amplia, en la que incluimos la dermatológica como patognomónica.

  Los síntomas clínicos del Mal Rojo Porcino pueden variar desde cuadros agudos y sobreagudos hasta subclínicos y crónicos. En un brote de Mal Rojo, los primeros casos clínicos suelen ser sobreagudos, mortales sin apenas sintomatología.

Curso Sobreagudo: se observa hipertermia, obnubilación, decúbitos y muerte derivada de una septicemia por la que la bacteria se distribuye por todo el organismo, hasta llegar a zonas diana como articulaciones endotelio vascular y endocardio.

¬ MAL ROJO: cuadro polisistémico.


Curso agudo, con hipertermia, anorexia, polidipsia, estreñimiento, marcha rígida y dolorosa, ataxia, cianosis en zonas declives del cuerpo. Se observa disnea pero sin síntomas neumónicos.

 

MAL ROJO: hepatomegalia y esplenomegalia.


 

Curso subagudo: cuadro febril ligero con la típica forma clínica cutánea, urticariante, típica de una hipersensibilidad de tipo IV. Aparecen erupciones cutáneas elevadas sobre la piel, calientes y dolorosas. La evolución de estas placas es a costras y a desprendimiento por necrosis dérmica (dermatitis necrótica). Se trata de una sintomatología patognomónica de Mal Rojo en cerdo. En esta forma clínica existe un predomino de los vómitos derivado de la gastritis.

¬ MAL ROJO: Dermatitis necrótica.


Curso crónico: destaca aquí la forma crónica articular y la endocardítica, de manera que la primera ocasiona un dolor articular típico de una artritis proliferativa, y la segunda una endocarditis valvular con consecuencias de insuficiencia cardiaca y disnea de esfuerzo. Este curso crónico deriva en una respuesta inmune humoral, desencadenando una reacción de hipersensibilidad de tipo III.

La sintomatología atribuida a repetición de celos y a abortos, es consecuencia de cuadros septicémicos, todos ellos febriles, no porque sean órganos diana o de asentamiento de la bacteria.

MAL ROJO: gastritis. ®

 

Imprimir

« 5. Patogenia