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Más allá de Darfur: las guerras olvidadas de Sudán

Eclipsados por las guerras en Darfur y Sudán del Sur, los conflictos en los estados fronterizos de Kordofán del Sur y Nilo Azul, que ahondan sus raíces en décadas anteriores pero han resurgido con fuerza en 2011, no han logrado tener suficiente presencia en los medios. La marginalización cultural y el expolio de sus ricos recursos naturales por parte de la élite del norte, de los que se están beneficiando determinados actores internacionales, son las claves de unos enfrentamientos con consecuencias humanitarias de enorme gravedad.
Más allá de Darfur: las guerras olvidadas de Sudán
Soldado nuba perteneciente al ELPS-N. Fuente: IRIN News

La Historia del Estado de Sudán es una historia de guerras encadenadas. Desde su independencia de Egipto y Reino Unido a mediados del siglo XX, apenas ha vivido dos décadas sin luchas internas. Las heridas de la primera guerra civil (1955-1972) no dieron tiempo a cicatrizar cuando una segunda, aún más larga y mortífera, se inició once años más tarde. Durante dicho conflicto, en gran medida continuador del anterior, el Ejército de Liberación del Pueblo de Sudán (ELPS) —fundado por John Garang y con el Movimiento de Liberación del Pueblo de Sudán (MLPS) como brazo político— se erigió en el nuevo valedor de una mayor autonomía regional del sur. Sus pretensiones se vieron satisfechas con el Acuerdo General de Paz de 2005, que puso fin a la segunda guerra civil y posibilitó un referéndum de independencia en 2011 que desembocó en la creación de Sudán del Sur como Estado independiente.

Sin embargo, hubo olvidados en el Acuerdo General de Paz. Desde un primer momento fue patente que a las denominadas Tres Áreas —Kordofán del Sur, Nilo Azul y Abyei— no les iba a ser tan fácil conseguir la independencia, ni tan siquiera una mayor autonomía que impidiese el expolio de sus ricos recursos naturales. Ello a pesar de que una importante parte de su población había luchado junto con el ELPS en contra del Gobierno de Jartum debido a la marginalización a la que habían sido sometidos durante décadas. Abyei, región que debería tener un estatus administrativo especial hasta la celebración de un referéndum que tendría que haberse celebrado en 2011, cuenta con elementos de diferenciación, pero los dos estados fronterizos sudaneses han seguido un trascurso paralelo: en ambos las imprecisiones del Acuerdo de Paz desembocaron en 2011 en un conflicto armado con un desenlace difícil de prever.

Darfur y las Tres Áreas de Sudán. Fuente: The Lancet

Discriminación y expolio desde el norte

Kordofán del Sur, estado situado en el sur sudanés, ha sido habitado tradicionalmente por los nubas, un pueblo formado por entre 1,1 y 1,8 millones de individuos que incluye más de una veintena de grupos étnicos diferentes y que comparten el hecho de vivir en la cadena montañosa que les da nombre. Durante siglos han sido un ejemplo de respeto y tolerancia, pues han vivido en armonía a pesar de sus diferencias lingüísticas —hablan más de cien dialectos distintos— y que algunos de ellos siguen siendo animistas mientras que otros se han convertido al cristianismo o al islam.

La Historia reciente de este pueblo negroafricano no puede escribirse sin la palabra marginalización. En la década de los 60, el Gobierno pasó a ser el propietario de las tierras que en los registros oficiales no tenían titular, lo que afectó especialmente a los nubas, quienes ocupaban dichos emplazamientos desde hace siglos, pero no disponían de documentos oficiales que lo acreditasen. El objetivo era vender tierras fértiles para construir terrenos agrícolas intensivos controlados por la élite del norte de Sudán. Al daño medioambiental que la implantación de dichos sistemas agrícolas produjo en un suelo, hasta entonces, de los más fértiles de Sudán hay que añadirle el periodo de sequías que tuvo lugar en la década de los 70 y 80, el cual provocó que numerosas tribus árabes de Kordofán del Norte migraran al sur, lo que generaría rivalidades por los ya menguados recursos disponibles. Es también en este periodo cuando se produjeron las primeras extracciones de petróleo, cuyos beneficios quedaron desde un primer momento en manos del círculo cercano al Gobierno, el cual empezaría a establecer vínculos comerciales con terceros países.

Para ampliar: Fields of Control: Oil and (In)security in Sudan and South Sudan”, Laura M. James, 2015

Yacimientos petroleros en Sudán y Sudán del Sur. Fuente: BBC

Ante esta situación, a diferencia de la primera guerra civil sudanesa, en la que Kordofán del Sur había logrado mantenerse al margen de la contienda —aunque los nubas habían sido reclutados por el Ejército sudanés, con el inicio de la segunda guerra civil comenzaron a luchar junto con el grupo insurgente ELPS, donde constituyeron la división Kush, liderada por Yousif Kuwa. No obstante, las sucesivas derrotas empeoraron aún más su situación: el Gobierno de Jartum recompensó a sus soldados y a las milicias que los apoyaban con terrenos en estas zonas y los nubas pasaron a trabajar para aquellos contra los que habían luchado.

La violencia escaló en 1992 con la declaración de la yihad por parte de los principales imanes de Jartum —instigados por el Gobierno—, lo que no solo legitimó la muerte de cristianos y animistas, sino también de musulmanes que formaban parte del ELPS por su condición de “apóstatas”. Se calcula que más de 200.000 nubas fueron asesinados y cientos de miles fueron objeto de desplazamientos forzosos, a lo que ha de unirse el uso de armas químicas contra civiles, secuestros y el uso del hambre como arma de guerra.

Para ampliar: “Sudan’s Spreading Conflict (I): War in South Kordofan”, Crisis Group, 2013

El final de la segunda guerra civil no fue motivo de júbilo para el pueblo nuba. El Acuerdo General de Paz de 2005 solo reconocía un vago concepto de “consulta popular”, a diferencia de los referéndums previstos para el sur de Sudán y la región de Abyei. Por su parte, el problema de la propiedad de la tierra seguía sin solucionarse. El MLPS aceptó que la región de Kordofán, hasta entonces dividida en tres estados —Norte, Sur y Occidental—, pasara a contar solo con dos, de manera que el territorio que comprendía Kordofán Occidental fuera repartido. Detrás de esta maniobra, Jartum quería asegurarse que los miserriyas, hasta entonces una tribu árabe minoritaria en Kordofán del Sur y aliada del Gobierno central, pasara a representar el grupo mayoritario del estado disputado.

Este plan permitió que en las elecciones que tuvieron lugar en Kordofán del Sur en 2011 —retrasadas un año debido a las irregulares denunciadas por el MLPS sobre el censo electoral— dieran la victoria a Ahmed Haroun, candidato del Partido del Congreso Nacional (PCN), liderado por Omar al Bashir. De esta manera, un individuo sobre el que la Corte Penal Internacional ha emitido una orden de arresto por cometer crímenes de guerra y de lesa humanidad en Darfur pasó a ocupar el cargo de gobernador del estado de Kordofán del Sur.

Para ampliar: “Olvidado Darfur: un conflicto abierto en el Sahel sudanés”, Jesús Díez Alcalde en El Orden Mundial, 2016

La tensa calma que se había vivido desde 2005 se resquebrajó en 2011. A la victoria del PCN en las elecciones surkordofanas había que añadirle la celebración del referéndum por el que Sudán del Sur pasó a ser un Estado independiente. El Gobierno de Jartum siguió dando pasos para asegurarse de que ninguna de las codiciadas Tres Áreas fuera anexionada al sur y, con este objetivo, en junio de 2011 Al Bashir ordenó el desarme forzoso del ELPS en Kordofán del Sur. El Ejército sudanés comenzó a arrestar a sus miembros e incluso simpatizantes, algunos de los cuales fueron ejecutados y sus casas, incendiadas. Pronto el conflicto se extendió a las zonas rurales, donde la población civil nuba fue nuevamente objeto de ataques, con lo que la consulta popular prevista en el Acuerdo de Paz quedaba cada vez más lejos de materializarse.

Regiones surkordofanas controladas por el ELPS-N en octubre de 2011. Fuente: ReliefWeb

Desde entonces, más de 2000 bombas han sido lanzadas por el Ejército sudanés sobre áreas controladas por el ELPS, algunas de ellas dirigidas intencionadamente contra escuelas y hospitales. Igualmente, se han encontrado pruebas de la utilización de bombas de racimo, asesinatos de civiles y la existencia de fosas comunes, a lo que ha de sumarse la política del Gobierno de Al Bashir de impedir la distribución de ayuda humanitaria para utilizar el hambre como arma de guerra. Todo esto ha ocasionado más de 400.000 desplazados.

Durante el inicio de la guerra, el ELPS en Kordofán del Sur —que tras la independencia sursudanesa pasó a quedar integrado dentro de la denominación ELPS-N (Norte) al heredar el Ejército del nuevo país la denominación de ELPS— fue liderado por Abdel Aziz Adam el Hilu, sucesor de Kuwa y derrotado en las elecciones de 2010 por Haroun. Este grupo insurgente se encuentra mejor preparado que en la segunda guerra civil sudanesa al contar con 30.000 soldados y con el apoyo de los rebeldes del vecino Darfur. Durante el desarrollo de la guerra, ambas facciones del ELPS-N —Kordofán del Sur y Nilo Azul— quedarán bajo un único mando.

Nilo Azul: mismo modus operandi sobre distinta población

El Nilo Azul, estado situado en el sureste de Sudán a orillas del río que le da nombre, ha sido tradicionalmente el territorio de los pueblos gaam y uduk. Al igual que los nubas de Kordofán del Sur y a diferencia de los ngok dinkas de Abyei, nunca se cuestionaron ser parte del sur y en la primera guerra civil sudanesa lograron mantenerse al margen de la contienda. No obstante, esta situación viró a raíz de las expropiaciones de tierras, que quedaron en manos de la élite del norte y empresarios del Golfo; la constante opresión del cristianismo y del animismo, y la marginalización de la región a pesar de la riqueza que generan sus importantes minas de oro y cromo.

En la segunda guerra civil, los pueblos gaam y uduk comenzaron a luchar junto al ELPS y lograron en los primeros años importantes victorias con el apoyo de rebeldes procedentes del sur de Sudán y de ciertas facciones etíopes, especialmente del denominado Consejo Administrativo Militar Provisional, junta militar comunista, también conocida como Derg, que gobernó Etiopía de 1974 a 1987. Durante los años 90, el ELPS consiguió ganar territorio lentamente; no obstante, la situación cambió en los 2000 cuando la ayuda suministrada por las facciones etíopes menguó considerablemente. Al igual que ocurriera en Kordofán del Sur, los habitantes del Nilo Azul no vieron compensados sus años de luchas y en el Acuerdo General de Paz el bando rebelde aceptó que a la región se le reconociera una imprecisa “consulta popular”.

La situación permaneció encallada hasta que en las elecciones legislativas y gubernativas de abril de 2010 obtuvo la victoria Malik Agar, candidato por el partido MLPS, brazo político del ELPS. Ello favoreció la creación de una comisión parlamentaria compuesta por miembros del MLPS y el NCP para concretar qué había de entenderse por “consulta popular”. Sin embargo, antes de que la comisión hubiera finalizado un informe definitivo, la guerra estalló en el estado del Nilo Azul, pese los intentos por evitarla por parte de la Unión Africana, el ex primer ministro de Etiopía Meles Zenaui e incluso el propio Agar, quien mantenía una posición más negociadora que el resto de mandos del ELPS, consciente de la debilidad que en los últimos años presentaba la facción rebelde en su territorio, mucho más fragmentada y con menos poder armamentístico que la región vecina. De nuevo, el intento por parte del Ejército sudanés de desarmar las tropas del ELPS supuso el inicio del conflicto cuando estas se negaron a entregar las armas hasta que la consulta popular reconocida en el Acuerdo General de Paz de 2005 tuviera lugar.

Para ampliar: “Sudan’s Spreading Conflict (II): War in Blue Nile”, Crisis Group, 2013

Desarrollo del conflicto en el estado del Nilo Azul en 2013. Las líneas amarillas indican el territorio controlado por el ELPS-N y las marrones discontinuas, el controlado por el bando gubernamental. Las manchas marrones corresponden a zonas donde se desarrolla el conflicto y las naranjas son zonas donde se sospecha que hay atrapadas personas desplazadas. Las zonas de bombardeo frecuente se señalan con un asterisco rojo. Fuente: Operation Broken Silence

Durante el desarrollo del conflicto, el grupo insurgente ELPS-N estableció a Agar como mando único para las regiones del Nilo Azul y Kordofán del Sur. Agar ha tenido un papel decisivo en el establecimiento de una alianza con los grupos rebeldes de Darfur —el Movimiento de Liberación de Sudán y el Movimiento Justicia e Igualdad— llamada Frente Revolucionario de Sudán. Dicha alianza, declarada independiente respecto del Gobierno sursudanés, tiene por objeto derrocar al presidente Al Bashir.

Como consecuencia de la guerra que estalló en 2011 y las acciones del Ejército sudanés, más de 150.000 personas —el 15% de la población del Estado— se han visto obligadas a vivir en campos de refugiados. Especialmente atroces son las prácticas de la milicia yanyauid —‘jinetes armados’—, contratada por el Gobierno jartumí en Darfur y que también han actuado en el Nilo Azul desde 2014. Por otro lado, la educación y la sanidad son prácticamente inexistentes en todo el Estado y los cortes de luz son una constante a pesar de contar con una de las presas más importantes de toda África, la presa de Roseires, construida por una empresa china y financiada por Arabia Saudí en la década de los sesenta.

Para ampliar: “The War the World Forgot”, Al Jazeera, 2016

Un alto el fuego sin soluciones a largo plazo

En octubre de 2015 el Frente Revolucionario de Sudán anunció un alto al fuego unilateral de seis meses de duración que ha sido prolongado sucesivamente hasta la actualidad. Igualmente, en junio de 2016 Al Bashir declaró un cese unilateral de hostilidades, con una duración inicial de cuatro meses, en Nilo Azul y Kordofán del Sur. La última extensión del cese al fuego por parte del bando gubernamental expiraba el 31 de diciembre de 2017 y ha sido prolongado por tres meses, hasta el 31 de marzo de 2018. No obstante, lejos queda consensuar una hoja de ruta que desemboque en un proceso negociado de paz. A principios de febrero de 2018, ambas partes se han reunido en la capital etíope, donde no han logrado pactar las vías terrestres para que la ayuda humanitaria llegue a una población cada vez más necesitada y menos aún negociar una solución al conflicto.

Detrás de los ceses temporales de hostilidades se esconde la incapacidad del Gobierno de Jartum de lidiar con unos grupos insurgentes aliados entre sí y que cada vez actúan con una mayor coordinación. Por su parte, los grupos rebeldes también son conocedores de que no pueden vencer al Gobierno central, más cuando la ayuda que reciben de Sudán del Sur, inmersa en su propia guerra civil, ha disminuido considerablemente. El Gobierno etíope es el principal interesado en que las partes enfrentadas lleguen a un acuerdo con el objeto de proteger sus fronteras del flujo de insurgentes que se encubren entre los refugiados llegados de las regiones en guerra. Por su parte, Rusia, China y Arabia Saudí, con importantes intereses económicos en la zona, siguen suministrando apoyo armamentístico a Jartum. Y todo ello mientras el Consejo de Seguridad de la ONU permanece bloqueado por el veto de Moscú y Pekín.

Nos encontramos ante un conflicto armado con actores locales e internacionales involucrados que no se asienta sobre una lucha religiosa entre un sur animista y cristiano y un norte islámico, sino que se deriva de la marginalización y opresión cultural de los habitantes de estas regiones, que llevan padeciendo durante décadas el expolio de sus vastos recursos naturales. Para que se pueda alcanzar una paz a largo plazo, el Gobierno de Jartum debe resolver la crisis de un Estado que desde su independencia no ha sabido dar cabida a las distintas regiones que lo componen y donde la élite del norte se ha visto beneficiada por encima del resto. Hasta que no se logre construir un proyecto inclusivo que atraiga a las regiones periféricas, las guerras continuarán en Sudán.

Juan Bautista Cartes

San Juan del Puerto (Huelva), 1992. Doctorando en Derecho Internacional y Europeo por la UCM. Becario doctoral de la Fundación Universitaria Oriol-Urquijo. Actualmente también inmerso en el Máster Árabe en Derechos Humanos y Democratización (Beirut). Interesado en geopolítica, derechos humanos y Derecho internacional penal, especialmente en África y el mundo árabe.

3 comentarios

  1. Expandir comentario
    Jerónimo González

    Excelente artículo. La información en español sobre este tipo de temas es muy escasa por no decir inexistente.

  2. Expandir comentario

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      El Orden Mundial S.XXI

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