Controlar el universo: Las instalaciones “suspendidas” de Damián Ortega

Controlar el universo: Las instalaciones “suspendidas” de Damián Ortega

A menudo se habla sobre conceptos de índole física para explicar sensaciones e intenciones procedentes de la interpretación de una escultura o una instalación.

Palabras como “expansión”, “movimiento” y “proyección” suelen ser utilizadas infinidad de veces en una galería. Su uso, más o menos generalizado, se ha permitido no sólo por el permiso que la arquitectura y sus primas se han concedido a partir de la necesidad de parametrización y reproducción, sino porque la gente cada vez entiende (consensua) de mejor manera a qué se refiere otra gente cuando dice algo como eso frente a una obra en particular.

Bueno, esa gente (o la otra, no importa) no tendría adjetivo alguno que le alcance para hacerse entender frente a una instalación como “Controller of the Universe” (2007), del mexicano Damián Ortega (Ciudad de México, 1967). En la instalación, decenas de herramientas se suspenden en el aire partiendo (?) de un centro común; la sensación de quien se coloca en el foco puede ser muy ambigua: el observador puede referir temor al sentirse apuntado por hachas, serruchos, picos, palas, rastrillos, martillos, o bien puede sentirse también empoderado: como un omnipotente creador que se ha lanzado a la tarea milenaria del quehacer y la transformación del mundo a través de incontables cachivaches que, ahora, se expanden infinitamente y emergen de su pura voluntad.

El impacto viso-espacial de la obra alcanza calibres monstruosos: el miedo, la ira, el repaso histórico, el discurso del homínido como un trabajador/transformador perpetuo se mezclan con la sensación de que todo el quehacer primario de la civilización encontró el punto exacto para quedarse estático, flotando, pero prometiendo una expansión perpetua.

En “The Cosmic Thing” (2002), quizá su obra más celebrada y famosa, presentada en la 50a. Bienal de Venecia, un VW Volcho modelo 1989 pende de hilos desde el techo de una manera particular: completamente diseccionado. El auto más vendido en la historia, particularmente en México, se convierte aquí en material discursivo: además del impacto abrumador que implica observar la anatomía completa de uno de los autos más pequeños y conocidos en el mundo, se hace énfasis en la historia del objeto a través de su deconstrucción: este auto implica no sólo un medio de transporte o una maquinaria compleja que signifique el triunfo de la industrialización en la civilización; implica también una biopsia de lo cotidiano, un manual histórico que nos deja ver cómo lo que se planeó como el perfecto transporte de guerra se terminó convirtiendo en el habitante más común en el asfalto de la gran ciudad y con ello en, quizá, la única esperanza del mexicano promedio de poder transportarse medianamente cómodo. Una deconstrucción que (de nuevo, como con “Controller of the Universe”) se expande por todo resquicio de la sala y que termina siendo un modelo para armar. Un hermoso y artístico y significante modelo para armar.

Ortega es quizá el artista más “orozconiano” después de Orozco. Y no es casualidad: formó parte del Taller de los Viernes, organizado por el mismo Orozco a principios de los noventas. Quizá sea momento de tomar en cuenta el taller de Orozco como un parteaguas del movimiento artístico mexicano y su éxito en el mundo, dadas las figuras —ahora— renombradas que tocaron esa puerta en Tlalpan en algún momento de su formación.

El trabajo de Damián Ortega ha sido incesante y, si bien trae la carga siempre evidente de lo habitual como medio para representar lo extraordinario por medio de lo que él llama la no-intervención (no es posible hacer que los objetos sean algo que no quieren ser), sus intereses y expansión artísticos siguen siendo notables.— Ricardo Javier Martínez Sánchez para “El Macay en la cultura”

Damián Ortega Datos


Es uno de los artistas conceptuales mexicanos más reconocidos en el mundo.

Internacional

Su obra ha sido exhibida en el Centro Pompidou de París, la Tate Modern de Londres y el Museo de Arte Contemporáneo de Los Ángeles, entre otros sitios.

Fuentes: Diario de Yucatán