De Marrakech al desierto en 4x4

Marrakech, la Medina, el regateo, las calles laberínticas, el tráfico caótico, los encantadores de serpiente y demás cuentistas… todo muy atrayente, pero yaaa! Marrakech tiene su encanto pero queríamos alejarnos, queríamos noches de cuento estrelladas, queríamos dejar de oír “más barato que el Mercadona!”, queríamos silencio, queríamos ser nómadas bereberes por unos días…. queríamos desierto ya! Desde que había surgido la idea del viaje, conocer el desierto del Sáhara era lo que más nos atraía de este país tan diferente y a la vez tan accesible desde España (nosotros volamos por 50€ i/v!).

desierto gran duna

Desierto de Ouzina

dunas Sahara

Vistas del Sáhara desde la Gran Duna



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Es verdad que es muy difícil viajar al desierto del Sáhara sin sentirte “un poco turista”, se ha convertido en una atracción turística bastante habitual, y está claro que ni tú eres nómada, ni tuareg, ni hablas ningún idioma bereber, pero en nuestro caso, por ciertas coincidencias del viaje, nos llegamos a sentir bastante hombres del desierto ;), y es sin duda el lugar de Marruecos donde menos nos sentimos como euros con patas, pudiendo llegar a conocer de verdad a su gente.

En nuestra ruta salimos por carretera desde Marrakech, atravesamos las montañas del Atlas, después seguimos el curso del valle del Draa disfrutando de Kasbahs y espectaculares palmerales que llenaban de vida zonas totalmente áridas. Hasta llegar a Zagora, la puerta del Sáhara, allí dormimos para poder salir la mañana siguiente hacia el desierto, donde pasamos dos días inolvidables, en los que recorrimos cientos de kilómetros del desierto del Sáhara, parte de ellos antiguo recorrido del París-Dakar sin carreteras, sin cobertura, rodeados de arena y piedras, en paralelo con la frontera de Argelia hasta llegar a Erg Chebbi por el sur.

El desierto del Sáhara

Al amanecer dejamos atrás Zagora y entramos en el Desierto Negro de Marruecos, nos estábamos acercando a la frontera con Argelia. Empezaba un recorrido de cientos de kilómetros de arena, piedras, acacias, dromedarios (los de una joroba!), alguna cabra equilibrista-trepadora e incluso algún burro perdido (los hay en todos lados ;D).

desierto 4x4

Flipando en el Sáhara

Nos sorprendió mucho ver zonas del desierto en las que se podía apreciar un pasado volcánico, había laderas enteras cubiertas de una lava de color negro intenso, que contrarrestaba con el naranja de las dunas que iban avanzando y sepultando todo en su camino (incluso el pasado).

Un primerizo cuando piensa en el desierto, lo primero que imagina son dunas y más dunas, paisajes monótonos… pero cada kilómetro te va quitando la razón. Cruzamos llanuras interminables de arena y piedra, en las que el camino se perdía. O también atravesamos antiguos lagos, ya secos y donde lo único que quedaba eran un fondo irregular blanquecino (barro en su momento)… menudos botes en el 4×4!

desierto lago

Antiguo lago en el desierto

En Tafraoute Sidi Ali

En Tafraoute Sidi Ali

A media mañana hicimos un poco el guiri y nos tomamos una Coca Cola en una especie de cantina-albergue en medio de la nada.. ¿¿pero cómo demonios puede llegar hasta aquí la Coca Cola??”. Era un sitio que debió vivir su esplendor durante el auge del París-Dakar porque está lleno de fotos y recuerdos de esos años. Mientras nuestro guía-conductor descansaba un rato, nosotros con nuestra Coca Cola en mano nos fuimos a dar una vueltica por fuera y disfrutar de uno de los paisajes más espectaculares del día (estamos hablando de la zona de Tafraoute Sidi Ali).

Después de un par de horas más paramos a comer a la sombra de un tamarindo rodeados de dunas, montañas de color negro y demás formas y colores del desierto. Fue una gozada, el Sáhara para nosotros! Qué paz! Y qué ricas supieron las latas de sardinas que compramos en Zagora para hacer el bocata :D

desierto tamarindo

Picnic en el Sáhara

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Unos pocos kilómetros más tarde llegamos a las dunas de Erg Ouzina, una de las zonas que más ganas teníamos de ver de todo el viaje (no defraudó!), y a los pies de ellas estaba nuestro alojamiento! Perfecto para salir de la habitación, descalzarse y perderse por las dunas. No es un área de dunas tan grande como Erg Chebbi, ni son tan altas, ni tan famosas… y eso puede ser porque no son de fácil acceso (necesario 4×4), lo que le permite mantener una atmósfera más auténtica.

Atardecer en las dunas de Erg Ouzina

sahara marruecos

Dunas del desierto de Ouzina

Estábamos moviendo el rabito deseando pisar con nuestros pies descalzos la arena del desierto y subir a las dunas, pero aún nos tocaría esperar. A la llegada a la Kasbah de Ouzina (nuestro alojamiento) donde dormíamos esa noche, nos recibieron con un té de bienvenida y una sonrisa gigante, así que no pudimos decir que no, empezaba la hipnosis del desierto. Tuvimos la suerte de ser los únicos viajeros ese día (la noche anterior había 30 españoles), lo que nos permitió tener las dunas para nosotros, ni quads, ni todoterrenos… el Sáhara en la más absoluta soledad, no había ni huellas en las crestas… estrenamos las dunas :D

Por fin, poco antes de ponerse el sol salimos a pisar la arena del desierto, dispuestos a subir a las dunas más altas y disfrutar desde arriba de uno de los atardeceres más mágicos que he vivido nunca. Comprobamos que la técnica de los pies en perpendicular a la cresta funcionaba (nos la habían explicado durante el té de bienvenida) y poquito antes de que empezara el espectáculo de colores llegamos a la parte más alta. Por el camino disfrutamos de unas vistas cada vez mejores al desierto que nos rodeaba por los 360º. Nos impresionaba la manera en que el viento había peinado las dunas, que les daba esa textura suave que caracteriza al desierto, como de helado.

paisaje dunar

Contrastes del desierto

desierto vistas

La kasbah en Ouzina

Estábamos completamente solos, bueno con la única compañía de las dichosas moscas del desierto que se pegan a ti como si buscaran sombra. A Richi le rodearon cientos de moscas por su espalda y la mochila. Hicimos la croqueta duna abajo, volvimos a subir, saltos, croquetas y visitas a dunas vecinas hasta que nos quedamos con la boca abierta con los cambios de color del cielo y del desierto, que pasaba de dorado a naranja y de naranja a rojizo. De locos. Era el mejor Marruecos que había salido a saludarnos y ponernos los pelos de punta.

desierto panoramica

Atardecer en el desierto

Bajamos de nuevo a la kasbah, ya casi noche total, a duras penas podíamos seguir nuestras huellas de la ida en la arena. Ya empezaban a asomar miles de estrellas, y un poco preocupados los chicos de la Kasbah encendieron una luz en la parte de atrás del edificio, para que nos sirviera de guía. Y como polillas fuimos hacia la luz :D

La sonrisa de Moha, el guardián de la kasbah

Al llegar a la parte de atrás de la Kasbah, delante de la puerta trasera de la cocina estaban cuatro chicos hablando en torno a una hoguerita, uno de ellos era Moha, el joven chaval que se encargaba de atender a los huéspedes (el que nos había dado la sonriente bienvenida). Al vernos tan happy, debieron pensar “yo también quiero fumar de lo tuyo” y nos invitaron a sentarnos como unos más jeje.

Y entonces surgió uno de esos momentos mágicos de los viajes, ya no había turistas frente a vendedores… éramos un grupo de jóvenes hablando de la vida en torno al fuego. Ellos sacaron unas aceitunas espectaculares, nosotros les invitamos a las cervezas que habíamos comprado en Zagora, ellos encendieron una cachimba… Y durante más de una hora surgió una conversación de verdad, que entre risas y traducciones locas de  inglés-francés-bereber-español iba pasando de tema en tema.

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Nos contaron que estaban muy agradecidos a los turistas porque eran su medio de vida, sin el hotel los jóvenes del pueblo no tendrían futuro allí y tendrían que abandonar el desierto (al que aman).  Que los españoles les encantábamos por nuestra alegría (quien dice alegría dice desfase sin medida ;). Nos dijeron que habíamos tenido mucha suerte, pues la noche anterior había habido un grupo de unas 30 personas pero justo hoy estábamos solos, así que disfrutaríamos más del silencio del desierto. Esta fue una de las coincidencias que hizo de nuestra noche en el desierto una noche muy especial, además hubiera sido imposible esa charla en la parte de atrás del hotel teniendo a 30 personas que atender.

Fue un gustazo encontrarnos con gente que no nos quisiera vender hasta a su hermana, simplemente disfrutaban de hablar con nosotros y tenían una actitud totalmente diferente a la que nos habíamos encontrado en Marrakech y alrededores.

Noche de tambores en el Sáhara

Una experiencia inolvidable, un atardecer de sueño, pero ahora tocaba disfrutar de una buena cena marroquí. Hasta ahora la gastronomía de Marruecos nos estaba gustando bastante, sobre todo a Richi que, además de tener un estómago sin fondo, come carne, y en Marruecos un vegetariano (o pesquetariano) digamos que no lo tiene tan fácil.

tambores moha

Moha enseñando a Aran a tocar el djembé

Llegamos al salón, y enseguida apareció Moha con su sonrisa que dejaba al aire sus dientes aleatorios. Al poco empezó el desfile de platos, bueno tajines, con aperitivos, salsas, pan y una ensalada marroquí, mediterránea pero con el típico aliño de comino, que a nosotros nos encanta. Después de nuestra ruta por las dunas del desierto entraba todo sin mucho esfuerzo. Luego vino el super tajín de verduras y pollo, que era como para 5, qué barbaridad!

Nada más terminar la cena apareció Moha de nuevo, nos preguntó qué tal habíamos cenado y si queríamos algo más. Pero nuestras caras fueron bastante gráficas ;). Empezó de nuevo una conversación espontánea (se les veía relajados con tan sólo dos huéspedes). Le contamos nuestro atardecer en el desierto y le preguntamos mil cosas sobre Marruecos y sus costumbres, y sobre el desierto… Se fueron uniendo el resto de los chicos del hotel, y acabamos sacando las cervezas que quedaban para compartirlas entre todos… a los 10 minutos estábamos tocando una especie de djembés con él y sus colegas :D.

Se acababa un día muy largo, en el que habíamos alucinado recorriendo los paisajes del desierto del Sáhara, fundimos la tarjeta de la cámara debido a un atardecer increíble sobre las dunas, y acabamos el día pudiendo conocer de verdad a un grupo de chicos de allí.

Nos acostamos inquietos ya que al día siguiente nos esperaba un amanecer en la Gran Duna en Merzouga y dormiríamos en una jaima en medio del desierto de Erg Chebbi, a pocos kilómetros de Argelia, rodeados sólo por estrellas y arena.

Datos prácticos

Cómo llegar. A Ouzina sólo se puede llegar en 4×4, por lo que lo ideal sería contratar una excursión, o si te ves con fuerza ir con tu coche. También hay taxis 4×4, pero te saldrá más caro. Una buena opción es que te recojan los de la Kasbah Ouzina en Rissani o Merzouga, lo que no sabemos es cuanto cobran por esto.

Nuestra recomendación es hacer la excursión de unos cuantos días por el desierto, y si no tienes tanto tiempo, ir directamente a pasar una noche al desierto de Erg Chebbi donde las dunas son bastante más grandes y tiene más fácil acceso que Ouzina (aunque también es más turístico). Para llegar a Erg Chebbi por tu cuenta lo mejor es desde Rissani. (Haremos post prontito también sobre Erg Chebbi, que estaba incluido en nuestra excursión de 5 días).

Dónde dormir. Kasbah Ouzina. Está fenomenal, en medio de la nada, con habitaciones enormes y cómodas, y se come de lujo. Además el personal nos trató increíble.

Cuándo ir. Mejor entre noviembre y marzo porque hace menos calor en el desierto y es temporada baja (excepto Navidad, que los precios suben, aunque también tiene su punto pasar la Nochevieja en el desierto). Por las noches llevad abrigo que hace fresquete ojo!

Precio. Nosotros llevábamos todo incluido en la excursión de 5 días, transporte 4×4, guía, alojamiento (en sitios bastante espectaculares), desayuno y cenas, excursión en dromedario y una noche en haima. Lo que no incluía era la comida de mediodía, en lo que nos gastamos poquísimo porque pedimos al guía que nos llevase a sitios menos turísticos, y por ejemplo ese día de Ouzina, compramos la comida en un supermercado en Zagora y comimos a la sombra de un tamarindo en medio de la nada desértica. El precio de la excursión de 5 días en 4×4 para 2 desde Marrakech, en nuestro caso fue de 850€ para 2 personas (precio de 2013). Los vuelos Madrid-Marrakech (50€ i/v) los compramos aparte.