Tras el fallecimiento de cinco adolescentes en una fiesta electrónica, se encendió el alerta en la ciudadanía sobre las prácticas que asumen y que pueden atentar contra su salud. Los especialistas advierten que "el desafío es no estigmatizarlos y ayudarlos a superar la adicción".
La tragedia en Costa Salguero evidenció la incidencia de las drogas en varios sectores de la población. Sin embargo, el problema lleva varias décadas. Frente a ello, psicólogos señalan que la familia ocupa un rol prioritario para detectar qué motiva el consumo.
La muerte de cinco personas por intoxicación e ingesta de drogas en la fiesta electrónica "Time Warp" conmueve a los argentinos. Pone en escena una realidad que lleva muchos años y que diariamente se cobra nuevas víctimas.
“La gente está asustada, pero debe saber que en los adolescentes el consumo de sustancias tóxicas puede ocurrir, pero eso no indica que vayan a ser adictos. Para eso deben tener una estructura adictiva. Además, observamos un discurso moral que tampoco hace bien”, reveló en diálogo con www.deBrown.com.ar la psicóloga María Cristina Castillo (MN 25.380).
Las drogas sintéticas atraen a los menores y su adquisición se naturaliza en diversos ámbitos. “La cantidad de información que se da sobre ellas a nivel masivo tiene un correlato incorrecto. Los chicos reciben más datos de los que necesitan y eso despierta su curiosidad”, sostuvo.
Con la misma intención, evidenció que es muy difícil que reconozcan ante sus padres que consumen, a pesar de que mantengan buenos niveles de diálogo. “Hay una responsabilidad múltiple, los papás pueden acompañar y aconsejar sobre qué deben hacer, pero no pueden tener el control absoluto”, aclaró.
“Todos los jóvenes son curiosos y por pertenecer a determinados espacios pueden llegar a probar, pero eso no los hace adictos. Algo muy diferente es lo que ocurre con quienes presentan una estructura adictiva que puede ser a la metanfetaminas, al alcohol, a la cocaína, a los hidratos de carbono, la actividad física, entre otras cosas”, especificó.
Castillo destacó que este hábito se asume como respuesta a otra problemática: “Una inhibición muy grande, el no poder establecer un lazo con algo o alguien o están muy pendientes de pertenecer a cierta élite”.
“Las drogas sintéticas son para un sector de la población, media o alta, porque los de menores recursos no acceder a ellas, pero lo más importante es que son un instrumento que generan y distribuyen los adultos”, opinó.
El escenario es aún más complicado para que ellos que desconocen lo que les ofrecen y experimentan con su propio cuerpo. Las estadísticas hablar por sí solas, en Buenos Aires se registró un incremento notorio de su utilización entre estudiantes secundarios.
En los últimos años, el éxtasis aumentó un 1200 por ciento, la cocaína un 300 por ciento, la pasta base un 120 por ciento y la marihuana, un 100 por ciento. Por ellas, progresan los casos de aneurismas, arritmias, infartos e intoxicaciones.
Concientización y cuidados
Ante el angustiante panorama, Castillo describió ante este medio cómo trabajar sobre la prevención. “Los padres tiene que saber que solos no van a poder salir adelante, tienen que pedir ayuda. No tiene que ver con la falta de afecto y de diálogo. Esto es una realidad que atraviesa a todas las clases sociales”, remarcó.
“Es una dificultad a resolver, hay que desculpabilizarse. Sí tienen que asumir que tienen un problema para solucionar. Si no pueden solos deben pedir colaboración de un médico, un psicólogo, algún familiar o amigo de confianza. Lo que ocurrió es trágico, no debería haber pasado, pero es un llamado de atención”, juzgó.
Recordó que también “son peligrosos los discursos morales en relación a la droga”. “Eso deja mal parada a la juventud. Por el contrario, debemos repensar nuestras decisiones y ver qué estamos haciendo para cuidarlos”, concluyó.
