Las mujeres enfrentamos impactos en la salud más graves por Infecciones de Transmisión Sexual (ITS), también denominadas Enfermedades de Transmisión Sexual (ETS) que los hombres, tanto por la corporalidad que presenta una mayor superficie de mucosa expuesta durante las relaciones sexuales, lo que aumenta el riesgo de contraer ITS, además de que estas pueden ser más difíciles de detectar (asintomáticas) debido a que los síntomas resulten menos evidentes o se confundan con otras afecciones ginecológicas, como por causas sociales, vinculadas a las desigualdades de género y a los estigmas que dificultan, en la mayoría de las ocasiones, el acceso de las mujeres a información y servicios de prevención y tratamiento de infecciones de transmisión sexual, pudiendo incluirse entre estas desventajas la violencia sexual.

Infecciones de transmisión sexual en Mujeres: Biología y estadística

Entre las infecciones de transmisión sexual se encuentran la clamidia, la gonorrea, la tricomoniasis, el herpes genital, las verrugas genitales, el Virus de Inmunodeficiencia Humana (VIH) y la sífilis. En general, estas infecciones se contagian a través del sexo vaginal, oral o anal, y las mujeres presentamos un mayor riesgo que los hombres de contraer una ITS a través del sexo vaginal sin protección. Aún más, el sexo anal sin protección nos coloca a las mujeres en mucho más riesgo de contraer una ITS que con el sexo vaginal sin protección.

Baste señalar la estadística de que más de 9 millones de mujeres en los Estados Unidos son diagnosticadas con una ITS cada año y que según el Programa Conjunto de las Naciones Unidas sobre el VIH/SIDA (ONUSIDA)[1], en 2022, 39 millones de personas vivían con el VIH en todo el mundo, de las cuales, el 53% eran mujeres y niñas, esto es, más de 20 millones y medio. El VIH es la principal causa de muerte para las mujeres en edad reproductiva en todo el mundo[2].

En México, información del boletín epidemiológico de la Secretaría de Salud del segundo semestre de 2021, señala que de los 7,015 casos de sífilis adquirida registrados en el primer semestre de ese año, el 23% (1,605) correspondían a mujeres y que de los 9,592 casos de infección por VIH, el 13% (1,258) eran también mujeres, asimismo, que de acuerdo con el Informe Histórico del VIH del tercer trimestre de ese año de 2021, de los 9,870 casos de VIH transmitidos por vía sexual en personas mayores de 60 años notificados de 1983 a 2021, el 14% (1,373), eran igualmente mujeres[3].

En la actualidad, en nuestro país, de las 200 mil personas que viven con el VIH, el 21% son mujeres, esto es, entre 40 a 45 mil. Y el 90% de las mujeres que viven con el VIH adquirieron el virus al tener sexo sin protección con sus parejas estables[4].

En nosotras, las infecciones de transmisión sexual pueden tener graves consecuencias para la salud reproductiva. En particular la clamidia y la gonorrea, si no se tratan, aumentan el riesgo de padecer infertilidad, dolor pélvico crónico y embarazo ectópico que puede poner en peligro la vida. La sífilis no tratada en mujeres embarazadas causa la muerte del producto de la gestación hasta en un 40 por ciento de las veces.  

Algunas infecciones de transmisión sexual pueden transmitirse de la madre al bebé durante el embarazo y a través de la lactancia materna. Consecuencias que pueden presentarse al tener una ITS durante el embarazo son: el parto prematuro (parir antes de las 37 semanas de embarazo), que es la causa principal de muerte del producto y que puede ocasionar problemas de salud y de desarrollo a largo plazo en las y los niños, así como infección en el útero después del parto.

Las infecciones de transmisión sexual tienen un efecto directo en nuestra salud sexual y reproductiva por la estigmatización, la infertilidad, los cánceres y las complicaciones del embarazo y pueden, a su vez, aumentar el riesgo de contraer el VIH.

Condicionantes sociales

La desigualdad de género y la discriminación persistentes en muchas partes del mundo contribuyen a la propagación de infecciones de transmisión sexual, como en el caso del Virus de Inmunodeficiencia Humana, lo que hace aumentar las tasas de infección y reducir la capacidad de las mujeres y niñas para hacer frente a la epidemia por ese virus, al disponer de menos información y recursos para poner en práctica medidas preventivas ante el VIH. Así, mujeres y niñas enfrentan limitaciones para negociar prácticas de sexo más seguro debido a las dinámicas de poder desiguales con los hombres impuestas en las sociedades patriarcales, lo que también puede manifestarse en el matrimonio, especialmente para las jóvenes y las niñas.

Asimismo, la violencia sexual que se ejerce actualmente en contra de un número cada vez mayor de mujeres, acrecienta el riesgo de transmisión de infecciones sexuales, entre ellas el VIH, y de embarazos no deseados, lo que igualmente resulta una mayor amenaza para las mujeres de menor edad.

A pesar de que no hay datos precisos sobre la incidencia de las ITS en mujeres víctimas de violencia sexual, se estima que en general el riesgo de adquirir el VIH es entre 2 y 5 veces mayor que en mujeres que no han sufrido violencia sexual.

Esta situación se agrava en situaciones de emergencia, como los que vivimos recientemente a causa de la pandemia del SARS-COV2, la que hizo necesario meses de confinamiento que favorecieron la aparición de ambientes familiares que incrementaron la violencia sexual contra las mujeres dentro de los hogares y con esta violencia la incidencia del VIH, VHC (Virus de Hepatitis C) y sífilis[5]

Frente a la violencia sexual contra las mujeres, el uso de pastillas postexposición (PPE) después de una posible exposición al VIH derivada de una violación sexual, resulta una importante vía de prevención del riesgo de contraer el virus. Sin embargo, cuando la violencia sexual se presenta de forma recurrente, la PPE no es, entonces, aconsejable.

Por otra parte, en el caso de las mujeres viudas a causa del sida o que viven con el VIH, ellas pueden verse obligadas a hacer frente a litigios sobre la propiedad con sus familias políticas, lo que se les complica por su limitado acceso a la justicia para defender sus derechos. Además, y con independencia de que ellas mismas pudieran vivir con el VIH, las mujeres generalmente asumen una carga desproporcionada del cuidado de personas que lo padecen, además de atender e incluso hacerse cargo de las/os huérfanas/os sobrevivientes, reduciendo sus perspectivas de acceder a la educación y el empleo.

El peso de los estigmas contra las mujeres con el VIH o sida también reduce las posibilidades del ejercicio de sus derechos humanos y limita sus oportunidades de acceder al bienestar y al desarrollo. Entre los más dañinos están:

  • La idea extendida en amplios sectores sociales de que sólo ciertos grupos de personas pueden contraer el VIH, como las personas que se inyectan drogas o las trabajadoras sexuales.
  • El juicio moral contra las mujeres con el VIH por sus decisiones en el ámbito sexual, su maternidad o su fidelidad.
  • La creencia de que las mujeres con el VIH merecen ser castigadas, rechazadas o aisladas por su condición de salud.
  • La referencia derogatoria de las mujeres con el VIH como “infectadas”, “contagiosas” o “peligrosas”.
  • El temor al contacto casual con las mujeres con el VIH por miedo al “contagio”.

Estos estigmas pueden generar rechazo, discriminación, exclusión, violencia y violación de los derechos humanos de las mujeres con una infección de transmisión sexual, entre ellas el VIH. También pueden afectar su salud mental, su autoestima y su acceso a los servicios de salud.

Ahora bien, hoy en día se considera que en el caso del VIH en México, esta epidemia se está transformando en una más heterosexual, a diferencia de lo que se pensaba antes de que se concentraba en las poblaciones de hombres homosexuales y de trabajadoras sexuales, debido a que, en la mayoría de los casos, las mujeres heterosexuales se infectan con el Virus de Inmunodeficiencia Humana u otras infecciones de transmisión sexual, porque no pueden pedir a su pareja hombre que use condón para sostener relaciones sexuales con ellas (o con otras personas), por la persistencia del machismo en numerosos lugares y poblaciones. Las mujeres que adquieren así el VIH suelen ser pobres, con escasa educación y violentadas por el esposo, infectándose en un supuesto ambiente de monogamia.

Expresión de la doble moral en el ámbito de la sexualidad dentro del heteropatriarcado[6], en parejas consideradas como heterosexuales y monógamas, los hombres en realidad sostienen diferentes relaciones eróticas e incluso homoeróticas, que no dan a conocer o no reconocen ante sus compañeras mujeres, por lo que, entre otras razones, no utilizan barreras de protección sexual, con el riesgo de contraer y de transmitirles a sus parejas reconocidas o formales infecciones de transmisión sexual 

Para las mujeres que nos asumimos lesbianas o aquellas que tienen relaciones sexuales con otras mujeres, el riesgo de transmisión de ITS existe también y puede darse a través de varias vías:

  • Contacto directo con la piel o las membranas mucosas.
  • Compartir juguetes sexuales.
  • Contacto con la sangre menstrual.
  • Prácticas sexuales orales.

En cuanto a la identidad y expresión de género, las mujeres trans cuya orientación sexual es heterosexual, son particularmente discriminadas, al ser consideradas como hombres que tienen relaciones sexuales con otros hombres no trans, dentro del comportamiento de riesgo HSH (hombres que tienen sexo con hombres), negando así su identidad genérica, discriminándolas.

Derechos Humanos de las mujeres con infecciones de transmisión sexual

Muchas mujeres que viven con el VIH luchan contra el estigma, la discriminación y la exclusión, que se ven agravadas por la falta de derechos. Entre los derechos humanos que podemos las mujeres ejercer y demandar su respeto, garantía y protección, reconocidos en los tratados internacionales de Derechos Humanos, la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos y las leyes nacionales están[7]:

  1. El derecho a la intimidad y a la confidencialidad. Tenemos derecho a que se respete nuestra privacidad y se proteja la información personal sobre el estado de salud. Ninguna mujer está obligada a someterse a la prueba de detección del VIH, ni a declarar que vive con el VIH. Tampoco puede ser obligada a revelar su diagnóstico a su pareja, familia o empleador/a, salvo que ella lo decida libremente.
  2. El derecho a la información y a la educación. Tenemos derecho a recibir información veraz, completa y actualizada sobre el VIH/sida, sus formas de prevención, transmisión y tratamiento. Tenemos derecho a acceder a métodos preventivos como el condón femenino y masculino, y a participar en programas educativos que promuevan la igualdad de género y el respeto a la diversidad en la sexualidad.
  3. El derecho a la vida sexual y reproductiva. Tenemos derecho a decidir sobre nuestro cuerpo, sexualidad y reproducción. Tenemos derecho a elegir si queremos o no tener relaciones sexuales, con quién, cómo y cuándo. Tenemos derecho a elegir si queremos o no tener hijos/as, cuántos/as y cuándo. Tenemos derecho a recibir orientación y apoyo para prevenir la transmisión vertical del VIH (de madre a hijo/a) y para garantizar nuestra salud y la de nuestros/as hijos/as.
  4. El derecho a la salud. Tenemos derecho a recibir atención médica integral, gratuita y de calidad para el VIH/sida y otras enfermedades asociadas. Tenemos derecho a la prueba de detección voluntaria del VIH, confidencial y con consejería previa y posterior. Tenemos derecho a tratamientos antirretrovirales, sin interrupción; terapéuticos para enfermedades oportunistas asociadas al VIH, pruebas periódicas de control (carga viral y conteo de CD4), a vacunación para Hepatitis B, Sarampión e Influenza A, entre otras, así como a servicios médicos especializados como el de ginecología, odontología y otros.
  5. El derecho a la protección contra la violencia de género y la violencia obstétrica, así como a recibir apoyo psicológico y legal en caso de ser víctimas de estas violencias.
  6. El derecho a la participación social y política, así como a la integración laboral y educativa sin discriminación ni estigma.
  7. El derecho a participar en la elaboración e implementación de políticas públicas relacionadas con el VIH.

La aplicación de la perspectiva de derechos humanos, del enfoque de género y el reconocimiento de la diversidad en la sexualidad permiten combatir los estigmas y discriminación con información, sensibilización y educación sobre las infecciones de transmisión sexual, entre ellas el VIH, favoreciendo el uso de barreras de protección, como los condones, las barreras bucales y los dedales durante las relaciones sexuales, para reducir el riesgo de transmisión de ITS, al tiempo que se reconoce, respeta y promueve el ejercicio y disfrute del derecho al placer erótico.

La lucha por los derechos humanos de las mujeres con infecciones de transmisión sexual, para hacer frente a los estigmas, rechazo, discriminación y violencia ha sido crecientemente asumida por las propias mujeres con ITS organizadas, quienes se han planteado:

  • Organizar redes y colectivos de mujeres con ITS para brindarse apoyo mutuo, compartir información y experiencias, y defender conjuntamente sus derechos.
  • Participar en campañas de sensibilización y educación sobre el VIH y el sida, dirigidas a la población general y a los tomadores de decisiones, para combatir los mitos y prejuicios que generan estigma y discriminación.
  • Denunciar los casos de violencia, abuso o negligencia que sufren por parte de las autoridades, los servicios de salud, la familia o la sociedad, y exigir justicia, reparación de los daños sufridos y restitución de los derechos violados.
  • Realizar investigaciones y estudios sobre el impacto del estigma y la discriminación en la salud y el bienestar de las mujeres con ITS, así como sobre las buenas prácticas para prevenirlos y eliminarlos.
  • Promover el empoderamiento de las mujeres con ITS, fortaleciendo su autoestima, su autonomía y su capacidad de incidir en las políticas públicas que les afectan.

Entre las organizaciones que en México trabajan en la prevención, atención y defensa de los derechos humanos de las mujeres con ITS pueden mencionarse:

  • Red Mexicana de Mujeres que Viven con VIH/SIDA A. C.
  • Red Nacional de Organizaciones Civiles VIH/SIDA (REDVIH)
  • Movimiento Mexicano de Ciudadanía Positiva, A.C.
  • ICW Latina; Movimiento Latinoamericano y del Caribe de Mujeres viviendo con VIH

Estas redes ofrecen información, orientación, apoyo psicosocial, acompañamiento jurídico y vinculación con otros servicios de salud y derechos humanos.

En el ámbito internacional, ONU Mujeres, entidad de la Organización de las Naciones Unidas (ONU) para la igualdad de género y el empoderamiento de la mujer, se ha planteado empoderar a estas y garantizar sus derechos para que puedan protegerse contra la infección, superar el estigma y obtener un mayor acceso al tratamiento, la atención y la ayuda, buscando, a la vez, fomentan su liderazgo y participación significativa en todas las decisiones y medidas necesarias frente a la epidemia del VIH. En el caso de la Asamblea General de la ONU, en el año 2016 adoptó la Declaración Política sobre el VIH y el sida, la cual reafirma el derecho a la salud y a una vida libre de estigma y discriminación para las personas con el VIH, en la búsqueda presurosa por acelerar la lucha contra el VIH y poner fin a la epidemia del sida para el 2030, en concordancia con la Agenda 2030 para el Desarrollo Sostenible, que en su meta 3.3  establece: “Para 2030, poner fin a las epidemias del SIDA, la tuberculosis, la malaria y las enfermedades tropicales desatendidas y combatir la hepatitis, las enfermedades transmitidas por el agua y otras enfermedades transmisibles.”

¡Las mujeres con infecciones de transmisión sexual cuentan y se hacen contar!

AUTORIA:

Angie Rueda Castillo

Mujer feminista, lesbiana, mayor, neurodivergenta y de vivencia trans; colabora como promotora de derechos humanos en el Departamento de Enlace con Organizaciones de la Jefatura de Servicios de Derechos Humanos y Participación Social del ISSSTE.

REFERENCIAS:

[1] Declaración Política sobre el VIH y el SIDA: Acabar con las desigualdades y estar en condiciones de poner fin al SIDA para 2030. 74a Sesión Plenaria de la Asamblea General de la ONU, 8 de junio de 2021. Disponible en: Declaración política sobre el VIH y el sida: acabar con las desigualdades y estar en condiciones de poner fin al sida para 2030 | ONUSIDA (unaids.org).

[2] Objetivos de Desarrollo Sostenible. Disponible: https://www.un.org/sustainabledevelopment/es/health/.

[4] Montserrat Aguirre. “Las mujeres son un grupo invisibilizado en la lucha de la epidemia del VIH”. Reporte Índigo Edición Digital. 27 de mayo de 2021. Disponible en: https://www.reporteindigo.com/piensa/las-mujeres-son-un-grupo-invisibilizado-en-la-lucha-de-la-epidemia-del-vih-2/

[5] Naiashell Agüero Pérez et al. ITS en el contexto de violencia sexual en mujeres de la CDMX en 2019 y 2020. Protocolo de Investigación. Disponible en: ITS en mujeres que han experimentado violencia sexual en la CDMX en 2019 y 2020 (insp.mx).

[6] Heteropatriarcado es el régimen sexual y político que ha dominado la historia de la humanidad y en el que los hombres como patriarcas imponen su dominación a las mujeres, entre otras maneras mediante el heterosexismo que asegura la reproducción biológica y social de la especie humana y el sometimiento de las mujeres a través de la división sexual del trabajo.

[7] Comisión Nacional de los Derechos Humanos (CNDH). Las mujeres, el VIH y los derechos humanos. Segunda edición: junio 2019. Disponible en: https://www.cndh.org.mx/sites/default/files/doc/cartillas/16_Cartilla_Mujeres_VIH_Sida.pdf

 

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