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ICONO AD: Palacio de Cibeles

En una época en la que los palacios ya no estaban de moda, el de Cibeles se convirtió en icono y seña de identidad para Madrid. Con 100 años cumplidos da gusto ver que por él, no pasa el tiempo.
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En 1904 el proyecto que presentaron los jóvenes arquitectos Antonio Palacios y Joaquín Otamendi para concursar por el que sería el futuro edificio de Correos en el solar de la calle Alcalá con el Salón del Prado, “estaba incompleto, falto de detalles y con una documentación deficiente”, según recogen los escritos. Pero el juicio crítico de la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando otorga por unanimidad a esta pareja el desarrollo del proyecto, “producto de una creación genial, susceptible de modificaciones y con un diseño que respondía a la comodidad del público y mostraba mejor distribución para los diferentes servicios”. Las críticas de la época recogían las impresiones de que el diseño era atrevido y disonante con el entorno. Estamos hablando de una época, principios del siglo XX, en la que el concepto de palacio como tal estaba bastante obsoleto y la tendencia iba hacia construcciones modernas, como el Flatiron de Nueva York o el Edificio Carrión también en Madrid, desarrollados por esas fechas.

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Desde CentroCentro, espacio cultural abierto al público situado en el Palacio de Cibeles que propone incluso visitas guiadas, cuentan que Palacios y Otamendi “proyectaron un edificio eminentemente funcionalista, que ensalzaba tanto la trascendencia de los servicios que se iban a prestar, como su localización privilegiada, en un terreno que había albergado los antiguos jardines de recreo de El Buen Retiro. Se tardaron 12 años en construir los 12207 metros cuadrados y 70 metros de altura en piedra, hierro y cristal, que marcaron un antes y un después en el urbanismo madrileño”.

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Así fue como en 1919 la Sociedad de Correos y Telégrafos de España se instaló en este palacio, al que se le llamaba, en tono irónico, “Nuestra Señora de las Comunicaciones”, por su aspecto de edificio eclesiástico. En el diseño se funden detalles estéticos neoplaterescos, modernistas y Art Decó. Presenta, como si de un castillo medieval se tratase, dos torres pentagonales a los lados, y un cimborrio o torre octogonal que en su día se dotó de instalaciones radiotelegráficas. A lo largo de la fachada encontramos pináculos, diseñados en origen como soportes de los hilos telegráficos, además de escudos y figuras, como la de mujer con medio cuerpo vegetal que corona el arco de la puerta principal y que fue apodada “La Rubia” por la gente de la época.

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Un vestíbulo a varias alturas, mármol, galerías de arcos de medio punto con columnas adosadas, el Palacio de Cibeles ha sufrido pocas modificaciones, una de ellas la ampliación de dos pisos hacia la calle Montalbán en 1934, las reparaciones de los daños (pocos) provocados por la Guerra Civil hasta la última, entre 2007 y 2011, que es cuando se reconvirtió el edificio para hacerlo la sede del Ayuntamiento, “cargo” que ostenta desde entonces. Con esta última reforma se abrió un restaurante de alta cocina, cafetería, el mirador, ascensores nuevos y se acondicionó la Galería de cristal para que pudiera ser visita y convertirse en sala multiusos.

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Su impresionante silueta blanca llama la atención de todos los que pasan por delante, y resulta inevitable admirar su fachada, elegante y majestuosa, asistiendo impasible al paso de la historia y del tiempo. Desde AD brindamos porque siga cumpliendo siglos con esta soberbia que solo los edificios majestuosos pueden permitirse.