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Carlos Segura: "Nunca pensamos en ser una banda de culto”

El vocalista de la banda de rock venezolana Zapato 3 cuenta desde Miami las pulsiones de la legendaria agrupación que integran los hermanos Carlos y Álvaro Segura, Jaime Verdaguer, Fernando Batoni y Darío Adames

  • DULCE MARÍA RAMOS

23/04/2023 01:00 am

Amo las estrellas, Pantaletas negras, Como un fantasma y Vampiro fueron los himnos adolescentes de la generación de los años noventa que seguía de forma ferviente la movida del rock en la escena musical venezolana. Hoy, esas canciones y la discografía de Zapato 3 conformada por cinco discos de estudio: Amor, furia y languidez (1989), Bésame y suicídate (1991), Separación (1993), Cápsula para volar (1995) y Ecos punzantes del ayer (1999), son obras de culto cuya influencia marcó a muchas agrupaciones nacionales y latinoamericanas.

Zapato 3 siempre buscó experimentar entre el rock, lo electrónico y el pop; cada álbum fue una aventura sonora distinta y si bien a inicios del nuevo milenio anunciaron su separación, cada cierto tiempo sus integrantes, los hermanos Carlos y Álvaro Segura, Jaime Verdaguer, Fernando Batoni y más recientemente Darío Adames (ex Caramelos de Cianuro, entre otras agrupaciones), quienes se conocieron en los pasillos y aulas del Colegio Santiago de León de Caracas, regresan a los escenarios, en esta oportunidad con el tour Réquiem para un zapato, con el que rinden homenaje a Diego Márquez, baterista original de la agrupación que falleció en febrero de 2022 en Suiza y cuya desaparición marcó de forma profunda a la banda. Una herida que aún no sana.



Desde su casa en Miami, antes de su concierto en Caracas, El Universal conversó con Carlos Segura, vocalista de Zapato 3, quien mostró su emoción y expectativas de regresar al país después de diez años de sus presentaciones con La última cruzada: “No somos una banda activa como pueden ser Caramelos de Cianuro o Los Amigos Invisibles, nos juntamos cuando realmente tenemos cosas que decir. El show, de casi dos horas y media, recorre veinticuatro canciones que reúnen nuestros grandes éxitos e incluye composiciones nuevas. Arranca oscuro, emotivo con el tema de la muerte, para ir poco a poco a un final esperanzador, de fiesta”, dice de entrada.

Sin apegos a la nostalgia
Con un pensamiento más agudo y hasta cierto punto abrazando esa época de la juventud, Segura no ve el pasado con nostalgia, tampoco quiere que el público sienta los regresos de Zapato 3 bajo ese concepto, se niega de forma enfática: “A nosotros no nos gusta la nostalgia, tampoco que nos asocien con ella. Vivimos en el presente y pensamos siempre que lo mejor está por venir. Somos una banda única, vanguardista, tratamos de proponer cosas nuevas. También nos gusta ver el arte con una mirada amplia y multidisciplinaria en 360 grados porque el que es músico sabe ver todas nuestras costuras. Por eso no nos catalogamos como músicos, sería arrogante”, explica.



Zapato 3 desde sus inicios se enfocó en lo indie, en lo underground. Cada disco, para bien o para mal, fue diferente, no quisieron casarse con fórmulas mágicas: “Si nos convertimos en una banda de moda, comercial y luego famosa fue por accidente”, tampoco pensaron que décadas después serían de culto: “Nos da orgullo. Cuando eso sucede ya una banda no piensa en la fama, en estar de moda, en ocupar los primeros lugares de los rankings musicales o sonar en la radio. De ahí que cada tour es el último”.

Esa sensación de finitud se intensificó con la partida de Márquez. Segura reconoce que la vida pasa muy rápido, de un momento a otro ese muchacho que cometía errores de juventud se convirtió en padre: “Uno siempre es uno, aunque estés más viejo y calvo. Con la pandemia y la muerte de Diego comprendí lo ínfimo de la vida, aprendes a vivir con más pasión, quieres hacer bien las cosas, amar a tu familia y dejar un legado”.

 

El lado humano de
una estrella de rock

El vocalista, quien da largas respuestas, como si reflexionara a solas con su conciencia, ve a su yo joven con compasión, no lo califica de arrogante, simplemente no fue consiente del lugar que ocupó en el ambiente artístico, de la fama y de las cosas que dijo en tantas entrevistas. Se siente víctima de la inmadurez y la ingenuidad.

Hoy, más allá de seguir aportando artísticamente, desea pasar su vejez en Venezuela, de enseñarles su cultura a sus hijos, también de aportar algo al país ejerciendo sus estudios en ciencias políticas aunado a su experiencia en la industria del entretenimiento, en alguna institución y así ayudar a las nuevas generaciones. “Me gustaría ser recordado como un artista, por ahora quiero seguir construyendo y creando”, asegura.

Carlos Segura ve a Venezuela con otros lentes, atrás quedaron los resentimientos, ese país que se desmoronó a pedazos y que hicieron que partiera hace veinticinco años. Ya no quiere evocar solo en su mente el placer de degustar en la playa un carite frito con un jugo de guanaba o parchita, y a pesar de estar agradecido con el lugar que lo ha acogido, desea dejar de sentirse extranjero: “Veo el mundo por la ventana del amor, la esperanza. Mis hijos, mi esposa y mi madre son las razones por las cuales me levanto todos los días”.
@DulceMRamosR


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